Ya estamos en abril. ¿Por qué el tiempo, pareciendo una medida absoluta, no pasa igual para todo el mundo? Te levantas, trabajas, te acuestas, te levantas, trabajas, te acuestas y así durante cinco veces esperando a que lleguen los dos últimos días de la semana. Ese mismo fin de semana que pasas en tu casa porque te haces creer a ti mismo que en realidad no querías hacer nada, que necesitabas descansar. Pero en el fondo sabes que no es así. Te levantas a las 12, pides a domicilio, te terminas una mierda de serie y te acuestas el domingo intentando convencerte de que no has desperdiciado una semana más.
Esa malévola necesidad que nos han generado de tener que presumir de vidas que ni nosotros mismos queremos vivir, todo ello en nombre de la socialización. Esa subordinación de hacer lo que los demás quisieran hacer, de generar expectación, de causar envidia. ¿Dónde quedó la satisfacción? ¿El no querer irse? ¿El disfrute del camino?
Vivimos en la sociedad de las metas, de llegar a los sitios cuanto antes mejor, de no perder el tiempo con cualquier cosa que te pueda distraer del objetivo. Llegar, llegar y solamente llegar. Todo ese esfuerzo para después sentir un vacío al ver que lo único que te llenaba por dentro ya no está, que se ha ido desvaneciendo poco a poco mientras lo ibas alcanzando. Un vacío que solo puedes llenar con otra nueva necesidad, entrando así en un círculo vicioso del que rara vez saldrás en tu vida. Encadenando trabajos solo por unos pocos euros de más. Cambiando de pareja por unos pocos años de menos.
Los meses pasan muy deprisa, pero el tiempo es relativo a quien lo percibe. Lee, aprende, escribe, haz cada día mejor tu trabajo, disfruta de cada bocado que des. No caigas en la soberbia, la ira, la avaricia, la envidia ni la pereza. Respeta a quienes te respeten. Respira, pero respira de forma voluntaria, sintiéndote presente. Disfruta del sol en la piel. Disfruta de la brisa fría del mar. Disfruta de los días sin preocupaciones. Disfruta de las novelas que no quieres que terminen. Disfruta de los que siempre están ahí. Disfruta de vivir, porque no se puede vivir sin disfrutar.
Vivir
Una muy buena reflexión para aquellos que vivimos comodamente en un país occidental sin conflictos mayores, despreocupados y con la posibilidad de perder el tiempo porque otra persona no necesita que se lo dediquemos. Una realidad palpable.