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Hacer notorio o patente, por televisión, radio, periódicos o por otros medios, algo que se quiere hacer llegar a noticia de todos.

Twitter se ha convertido en el nuevo LinkedIn. Todos saben resumirte un libro en 10 simples tuits porque ninguno de ellos conoce el verdadero significado de la lectura. Vienen a contarte las lecciones obvias de vida que ya te enseñaron tus padres. Vienen abanderando la formación, cuando lo único que mendigan son unos tristes seguidores que en unas semanas se olvidarán de quienes son. Vienen a ayudarte profesional, pero no mucho, no vaya a ser que pierdan la poca ventaja que te ganan.

El 95% de los tweets que contienen “Abro hilo” se llevan el bloqueo automático más rápido de lo que ellos tardaron en sacar su chapa de Internet. Pocos son los que verdaderamente merecen la pena, menos todavía los que generan verdadero valor. Separar el grano de la paja cada día es más complicado en la red social.

El malabarista o El juglar. Remedios Varo

Me dan mucha pereza. La misma pereza que los soberbios de LinkedIn, aquellos que necesitan publicar sus matrículas de honor para que lo recluten en algún puesto de deshonor en la big four de turno. Todo para que su madre pueda decir que su hijo va en traje a trabajar, o como dirían los sabios de Pantomima: trabaja en edificios altos.

El tiempo que pasas en las redes sociales es inversamente proporcional al tiempo que disfrutas en tu día a día. Dejarse las gilipolleces cuanto antes es una necesidad, no una recomendación. Desbloqueas un nuevo nivel en tu vida cuando ya no compartes lo bien (aburrido) que te ves en tu último viaje al resort de la pulserita. Te has gastado mil pavos en ir a la otra punta del mundo y no sabías que podías haber sacado la misma foto a tres horas de tu casa.

Libérate del algoritmo, no formes parte del sueño húmedo de Zuckerberg.