

Discover more from Errare humanum est
Apostar
Arriesgar cierta cantidad de dinero en la creencia de que algo, como un juego, una contienda deportiva, etc., tendrá tal o cual resultado.
Todo o nada. Blanco o negro. Derecha o izquierda. Si a algo le deben los movimientos políticos su popularidad es sin duda a la disyuntiva. Esa tímida «o» que parece completamente inofensiva, pero tan poderosa en el dialecto que divide familias, que jode sociedades enteras. O estás conmigo o contra mí. Lo llevamos viendo desde hace meses en los diferentes museos del mundo (y hace poco, desgraciadamente, en el Museo del Prado). No puedes estar en contra del terrorismo contra el patrimonio sin parecer un humano sin sentimientos por el cambio climático. Otra vez, el gran poder de una pequeña «o».
La vida es una jodida gama de grises, pero en ciertas situaciones hay que elegir sin miedo, hay que apostar, hay que jugárselo todo al cero. Eso es lo que nos hace sentirnos vivos por dentro. Lo que nos diferencia de un autómata predecible. Nuestro antídoto contra las máquinas. La capacidad de ante todo pronóstico, seguir una corazonada. Sin cálculos estadísticos. Sin campanas de Gauss. Es lo que repite Taleb una y otra vez en El cisne negro: el beneficio del desorden, de lo altamente improbable, mucho mayor que cualquier otro movimiento predecible.
Juégatela, por el mayor de los triunfos, por la peor de las desdichas.